Los indoeuropeos eran politeístas, es decir, su cultura se caracteriza por la adoración a varios dioses. Estas personas tenían una manera de concebir el mundo que es que es entre dos fuerzas: la del bien y la del mal. Intentaron siempre predecir el destino del mundo y llegar a verdaderos conocimientos sobre el ciclo de la naturaleza. Solían tener la tendencia de crear imágenes de sus dioses basándose en los mitos. Tenían una visión cíclica de la Historia, creían que esta avanzaba en ciclos (como las estaciones del año). En muchas culturas indoeuropeas también se creía en la reencarnación del alma. La vida religiosa se caracterizaba por la auto contemplación y la meditación.
Los semitas eran monoteístas, es decir, creían en un solo dios. Por ejemplo: el judaísmo, el cristianismo y el Islam. Según los semitas, la Historia era como una línea que comenzó cuando Dios creó el mundo y terminará el día en que Dios juzgue a vivos y muertos.
Para los indoeuropeos era importante la “visión”, bien; para los semitas lo importante en el “oído”. Estos tenían prohibido crear imágenes de dios o de lo sagrado. No se preocupaban por la reencarnación de las almas, sino del pecado y la culpa. La vida religiosa se caracteriza por las oraciones, predicaciones y lectura.
Alrededor Del año 1000 a.C. hubo tres grandes reyes en Israel: Saúl, David y Salomón.
Israel era una sola monarquía, los reyes obtenían el título de “Mesías” y eran considerados intermediarios entre Dios y el pueblo. A los reyes se les llamaba “Hijos de Dios” y al país “Reino de Dios”.
Israel se dividió en dos: Israel y Judea. Israel fue invadido por los asirios y Judea conquistado por los babilonios.
¿Qué creían los judíos sobre esto? Ellos creían que Dios estaba castigando a su pueblo por desobedecerle y no cumplir los mandamientos. Surgen las “profecías de la salvación”: una parte del pueblo se salvaría. Pero, ¿Quién reinaba allí cuando sucedió todo esto? Era el rey David. Los profetas dijeron que un Mesías llegaría, que salvaría Israel y fundaría el “Reino de Dios”.
Muchos creían que ese “Mesías” no sólo salvaría a Israel, sino al mundo entero. Aparece Jesús. Este no era ningún rebelde militar o político, sino que su misión era la salvación y el perdón de Dios para todos los hombres.
Pero hubo protestas contra Jesús y pronto sería ejecutado. Según Jesús, el reino de Dios es amar al prójimo, incluso a nuestros enemigos. Los que siembran el mal pero luego piden perdón a Dios, serán perdonados.
Según el cristianismo, Jesús era el hombre más justo que había existido y éste murió por los hombres, para que pudiéramos reconciliarnos con Dios y salvarnos de su castigo.
Tras la muerte de Jesús, se dijo que había resucitado demostrando así que era el Hijo de Dios. Así, la Iglesia cree en la “ida eterna” y en la “resurrección del cuerpo”.
Después de la muerte de Jesús, un hombre llamado Pablo que era fariseo, se convirtió al cristianismo. Él convirtió el cristianismo en una religión mundial por sus largos viajes. Pablo llega a Atenas y en el Monte de Areópago formula un discurso cristiano a los atenienses sobre la salvación. Tras el discurso, algunos se unieron a Pablo y otros se burlaron de él.
Hubo más religiones es esa época además de la cristiana. Los cristianos querían resumir lo que era la doctrina cristiana y delimitarla respecto a otras religiones. Surge así el Credo que resume los fundamentos cristianos más importantes. Uno de estos fundamentos era que Jesús era Dios hecho hombre.